Aquí llega un pensamiento de esperanza. Podemos unirnos a Él o elegir por la otra parte de la mente donde su "entendimiento" nos "ofrece" un tipo de esperanza que, ligado al tiempo, al espacio, al cuerpo, nos lleva a olvidarnos de que el único tiempo que existe es el instante presente, éste momento, el ahora. Buscar un tipo de esperanza que tenga que ver con la idea de ser especial, diferente, distinto, puede que te de un aparente resultado momentáneo que dices te hace sentir feliz, mientras lo piensas.
La felicidad de la que nos habla Jesús es un reflejo del Cielo, algo que en el mundo que decimos percibir con los ojos del cuerpo no llegaremos a alcanzar jamás, salvo que ilusionadamente nos creamos que eso que decimos percibir es real y caigamos nuevamente en el mismo error.
Nada que digas percibir fuera de ti puede ser real.
Jesús nos lleva de la mano a que miremos con él todos nuestros pensamientos que, privada-mente, aún mantenemos en esa parte de la mente donde generamos pensamientos que nada tiene que ver con la mirada del Cielo. Esos pensamientos tendrán un final feliz, de eso puedes estar completamente seguro, pues Su Plan, que es incluyente, así lo contempla. Recordamos cual es nuestra única función aquí: perdonar, perdonar y perdonar, llevar a la corrección todo pensamiento que no sea amoroso, que no haya sido pensado por Dios.
El mundo que en tu tiempo vida percibes como separado, cambiará en tu mente a medida que te permitas ver a través de los ojos de Aquél que conoce la verdad, que sabe el camino que debes seguir. Él nos conduce de regreso al Hogar, al despertar de un sueño que siendo imposible, parece que tú lo estás experimentando como real.
Tal vez ahora es un excelente momento para que caminemos juntos. Uno al lado del otro. Reconociéndonos unidos en la unidad. No hay nada que temer. Aceptemos sin dudarlo sus palabras. Todo tendrá un desenlace feliz.
Ahora nos quedamos en silencio. Esperamos que Su Voz nos hable, nos indique el camino a seguir, qué palabras ofrecer a todo aquél que como nosotros, va buscando la salida de este mundo para alcanzar, en un instante presente, el mismo Cielo.
Y decimos amén, gracias, bendiciones a todo aquél que aparezca en nuestro camino, ya sea de pensamiento o de aparente realidad en el mundo de la forma. No importa ahora eso. Seguimos Sus amorosas indicaciones. Su luz. Y nos permitimos ser bendecidos al bendecir a otros. Dar es recibir.
Bendiciones
rEl
